En 1998, hace ya unos largos 10 años, fuimos seleccionados por Gui Bonsiepe para ir a la Akademie Schloss Solitude. Aún recuerdo lo que la mayoría de la gente nos preguntaba en aquel momento: “¿Se van a estudiar a Alemania?” “¿Cómo van a hacer con el idioma?” “¿De qué van a trabajar?” “¿Qué va a pasar con los clientes que tienen acá?”… etc. Muchas preguntas que tal vez nadie haría el día de hoy, en el cuál ya todos asumimos que el lugar geográfico en el que uno se encuentra es independiente de la capacidad de resolver un trabajo de diseño, más aún en el área digital y sobre todo para la web. En ese momento nuestros clientes eran la Feria del Libro –para quienes hacíamos el website, como seguimos haciendolo hasta ahora–, la revista tipoGráfica –también hacíamos el website–, la Municipalidad de La Plata –para quiénes desarrollabamos un CD ROM de la República de los Niños–, y algunos otros. Excepto por el proyecto que hacíamos para la Municipalidad de La Plata, que nos exigía el envío de un CD por correo cada tanto, el resto de los trabajos se realizaba sólo intercambiando e-mails.
La experiencia en Solitude fue 100% positiva, y ninguna de estas preguntas tuvo lugar en ese tiempo que pasamos en Alemania. Al principio estábamos un poco descolocados con el cambio de lugar, el idioma, y la comodidad de tener un lugar para vivir y un presupuesto para cubrir nuestros gastos sin la necesidad de trabajar, generar algo o rendirle cuentas a alguien. Como diseñadores y acostumbrados a trabajar con un comisionante o cliente sentíamos que no teníamos nada para hacer. Pero pronto empezamos a ver necesidades alrededor nuestro que podíamos cubrir. Fue así como después de un par de meses decidimos que una excelente manera de difundir la actividad de Solitude (que hasta entonces para nosotros y para mucha gente que llegaba como nosotros no era conocida) era volcar esa red de gente que se iba generando con cada camada de becarios a la internet, en aquel momento llamada la red de redes.
Algo que hoy puede sonar tan obvio y pasar desapercibido, cuando la mayoría de la gente no tenía una cuenta de e-mail personal y mucho menos un website era difícil de comprender. Uno de nuestros dilemas era que un website que no se actualiza, se muere, queda detenido en el tiempo y se pierde la funcionalidad. Nuestra idea era que éste sitio reflejara lo que llamaré de acá en adelante, la “Red Solitude”. Por lo tanto, tenía que ser actualizable, tenía que crecer con el correr de los años como crece la misma, tenía que reflejar el dinamismo de una institución cuyo principal valor son las personas que están y que pasan por ella. Nosotros sosteníamos que así como cada becario al llegar tenía su estudio, en el website cada becario tenía que tener su página o espacio. Era una comunidad virtual pero que reflejaba en realidad una comunidad real. Muy a la moda de las “redes sociales” de hoy en día, y posiblemente adelantado varios años a su tiempo.
Nadie había escuchado hablar de un Content Management System o CMS en ese momento y casi ni se hablaba de utilizar bases de datos para organizar información. Justamente un website era una “webpage”, una página (o varias según el caso), en la cual con más o menos diseño se contaba algo, que algunos cambiaban a menudo y otros dejaban fija por años.
No había en el mercado ningún software como los hay hoy en día para armar un website dinámico con actualización permanente de contenidos (los blogs no existían como tal más allá: recién en Mayo de 1999 Dave Winer iba a publicar su artículo Edit this page), de modo que tuvimos que pensar en todo, desde el principio, y desde la base “física”, ya que también debíamos tener acceso pleno al servidor, para lo cual la mejor solución fue sugerirle a Solitude la compra de un servidor (que terminó siendo un RaQ de Cobalt, un servidor desarrollado por Cobalt Networks, empresa que más tarde compraría Sun).
Empezamos por pensar cuales eran las partes (secciones) que formaban la institución, y cómo se formaba la “Red Solitude”: quiénes la integraban, quiénes promocionaban su crecimiento, cómo se mantenía y por qué, etc.
Finalmente hicimos un proyecto que resolvimos prácticamente sólos, con excepción de la participación de miembros de Solitude en lo que se refiere a la edición, generación de contenidos, decisiones institucionales y de funcionamiento. Fue un proceso complejo y largo: decidir qué server comprar, pensar las bases de datos y cómo se relacionarían, armar los layouts dinámicos que se nutrían de las mismas, el diseño, qué fotos utilizar, escanear las fotos, pensar en cómo se iban a cargar estos datos desde un navegador, el CMS (que llamamos ingenuamente ‘updating system’). En el medio la tecnología cambiaba a pasos agigantados y tuvimos que repensar el backend (programado en PHP) un par de veces. Lo terminamos a fines de 1999, y lo usaron hasta 2006, año en el que el front end fue rediseñado por otra becaria. Para un website 7 años de duración es mucho tiempo, un medio en el cual un navegador cambia cada 6 meses (el sitio en su versión original fue hecho para Netscape Communicator 4.5, muchos de los que lean este artículo tal vez nunca lo usaron).
Aunque el proyecto no terminó siendo lo que habíamos proyectado en un principio, se redujo bastante porque no era posible realizar de la nada algo tan grande, que implicaba no sólo el desarrollo del mismo, sino el mantenimiento del sistema y fue el motivo por el cual se mantuvo más austero, más cerrado al manejo por parte de un par de personas. También el manejo de internet que se tenía en ese momento no es lo que hoy en día tenemos todos, empezando por destacar que la conexión se realizaba via dial up. Recién en el 2002 instalaron banda ancha en Solitude.
Hay un artículo interesante que escribimos para el bianuario de Solitude en 1999, dónde en ese momento explicabamos nuestro proyecto. En algún momento voy a buscar el texto para linkear desde acá.
Hacer un website para una institución es, muchas veces, reflejar la ideología de la misma; su dinámica, contar sobre las personas que la hacen funcionar en el día a día. A menudo metiéndose en este entramado se ponen en evidencia muchas cosas (positivas por lo general) que están y se hacen/cumplen y que nadie había prestado atención antes. Puede llevar a replantear y optimizar procedimientos del mundo real.
Hoy nos sentimos muy contentos de haber tomado ese camino, convencidos que el uso de la web debía ser más el de un espacio en el que interactúan usuarios –productores y lectores– y contenidos. Ver que la web está más cerca de lo que soño Tim Berners-Lee, cuando decía que el navegador era también un editor: lo que sucede con los blogs. El primer weblog fue su primer website hecho en el CERN. El website de Solitude podría haber sido (o ser) eso, un centro de blogs para que cada becario, como parte de la “Red Solitude” cuente lo que está haciendo, comparta lo que tiene para decir. Al menos fue como (inconscientemente) lo soñamos en sus inicios.